Es difícil definir qué es el ajedrez ya que tiene muchas facetas, es deporte, juego, ciencia, arte, cultura, educación. Todas sus facetas nos sirven para nuestros objetivos académicos- pedagógicos.
Enseñar a pensar es la finalidad básica de la pedagogía y de todos los buenos sistemas de enseñanza. El ajedrez es un medio ideal para la concreción de estos objetivos.
Enseñar a pensar es la finalidad básica de la pedagogía y de todos los buenos sistemas de enseñanza. El ajedrez es un medio ideal para la concreción de estos objetivos.
El ajedrez es para los niños un entretenimiento noble del intelecto, un objeto cultural, una ciencia con innumerables facetas por descubrir, un instrumento eficaz en la educación de la personalidad.
Jean Piaget dice que el juego constituye una manera específica de funcionamiento de la inteligencia infantil que forma parte de su proceso de adaptación a la realidad.
Los juegos crean motivación en el estudiante, clarifican conceptos y procesos difíciles, ayudan en el aprendizaje social y a integrar diferentes procesos de capacidad. Los juegos son lo suficientemente flexibles para satisfacer varios objetivos educacionales a la vez. Son activos y participativos. Aportan integración e interacción dentro del grupo.
El ajedrez tiene un enorme potencial educativo y formativo, puede actuar como canalizador de un importante número de aspectos de carácter psicológico, de formación de la personalidad. Ya desde que comienza a mover las piezas el niño casi sin darse cuenta comienza a pensar, a captar ideas.
La práctica del ajedrez ayuda considerablemente en el proceso evolutivo mental del niño. Aumenta la capacidad de cálculo. Desarrolla el razonamiento lógico. Estimula la imaginación creadora, fortalece la concentración mental. Contribuye notablemente a formar el espíritu de investigación y de inventiva. Activa el dinamismo de la memoria. Despierta y agudiza el sentido crítico. Crea hábitos positivos en la esfera del pensamiento: disciplina mental, razonamiento, memoria, investigación, análisis, síntesis.
Las investigaciones demuestran que el ajedrez mejora la creatividad, el éxito académico, la resolución de problemas, que ayuda al enriquecimiento cultural, que su enseñanza metodológica incrementa el coeficiente intelectual en los niños y niñas de cualquier nivel socioeconómico.
El ajedrez es un factor importante en la formación de la voluntad infantil.
Impone al niño una disciplina atractiva y agradable. El niño descubre su capacidad para resolver por si mismo una determinada situación en el tablero, adquiere un comienzo de confianza en sus propias fuerzas. Lo ayuda a asumir actitudes propias y lo estimula sobremanera para otras tentativas. Enseña a controlar los impulsos, a no tomar decisiones apresuradas, a pensar antes de hacer las cosas. El ajedrez templa el espíritu, hace que el niño llegue a entender que su trabajo es productivo aún cuando pierda. Le ayuda a entender los conceptos de voluntad y constancia. La competencia del juego se convierte en algo positivo, en un afán de superación personal.
El ajedrez facilita la formación de actitudes positivas, mejora la autoestima, ejercita la habilidad para la gestión del tiempo, ayuda a la planificación. Ayuda a enfocar la atención de los niños y muestra que el estudio y el duro trabajo mental conducen a la mejora y al éxito. Enseña a ser mas preciso en las propias autoevaluaciones y de esta manera les permite controlar sus propios progresos y marcarse metas.
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